vendredi 31 mai 2013

Una historia de telenovela

Cuando pienso en Venezuela, se me viene con frecuencia a la cabeza la imagen de un hogar en crisis. Esta idea podría parecer un poco surrealista o descabellada. Sin embargo, al observar de cercar la historia política y social venezolana, encontramos los indicios necesarios para explicar y comprender los cuadros clínicos y psico-patológicos presentes en nuestra sociedad, los cuales podrían fácilmente situarse a una escala superior a las de cualquier escenario woody allesco.
Una cosa es segura: la polarización es mucho más fuerte que hace diez años y la división ideológica ha llegado a su paroxismo.
Por dónde comenzar el análisis sin que las ideas se enreden y se mezclen, sin que las sensibilidades se sientan ofendidas o sin que aquellos que esperan tanto del sueño o que creen firmemente en el mito se sientan agredidos y respondan por medio de ataques personales?
Pudiera explicarse la atracción que el chavismo a generado en Europa y en otros países occidentales, a través de la tesis que expone el fenómeno de la crisis de la representatividad, ya trillada entre politólogos y sociólogos  Mi objetivo no es aquí ahondar en ella.
Efectivamente, una de las proposiciones más inteligentes, más admirables y más seductoras del programa de gobierno de Hugo Chàvez fue, precisamente, la de la democracia participativa. Ahora bien, el principio que rige esta forma de democracia, el cual consiste en ceder espacios a los ciudadanos comunes organizados a fin de que puedan formar parte de la vida política e incidir en el proceso de la toma de decisiones, se transformó  desafortunadamente, en un mecanismo de control por parte de un Estado cuyo régimen fue en sus inicios todo poderoso y que hoy por hoy se revela como extremadamente dependiente de la buena voluntad de sus acreedores (chinos, norteamericanos, italianos...). El sueño de un paraíso en la Venezuela revolucionario no es más que eso, un sueño. De la misma forma en que la Cuba libre se asemeja más a una prisión aislada del resto del mundo.
A pesar de estas evidencias, pareciera que la realidad arriba descrita, sigue escapando del ojo perceptor de aquellos que, desde el extranjero y animados por el prometido cambio, se desplazan hasta estos lugares y tratan de estudiar ambos sistemas políticos  Sobre este respecto, adhiero completamente a la opinión de la periodista cubana Yoani Sànchez. En efecto, para comprender estas realidades, no basta con analizarlas desde un punto de vista exterior, es necesario vivirlas y, más aún, vivirlas cotidianamente. Vivir los empachos del problema del abastecimiento, las vueltas del mercado negro, aprender a hacer malabares entre los sistemas que en tales Estados coexisten: el sistema oficial y el paralelo; desarrollar mecanismos de defensa altamente agudos y combinar en permanencia la ilegalidad y la ilegalidad con la finalidad de sobrevivir. Es necesario además  haber soportado las censuras morales y materiales impuestas por un Estado represivo y siempre dispuesto a la intimidación y a ejercer una gran presión sobre los medios de comunicación  Es necesario, en resumen  ser "ciudadano" de una república que condiciona la posibilidad de supervivencia y las prestaciones sociales a una fidelidad absoluta al régimen, cuestión esta que termina por condenarlo a una situación permanente de vasallaje.

Vuelvo a mi primera idea. Los ciudadanos de las Repúblicas han experimentado desde siempre la tendencia de representarse a su patria como su madre y las repúblicas de América Latina no son la excepción  La mayor parte de los nombres dados a las Repúblicas latinoamericanas son, por otro lado, nombres de género femenino : Argentina, Colombia, Bolivia, Panamá, Venezuela, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala...
En otro orden de ideas, los mecanismos que fueron introducidos con la finalidad de dar nacimiento al Estado republicano moderno en Europa, fueron más o menos los mismos que adoptaron las élites políticas e intelectuales latinoamericanas en el seno de los diferentes modelos políticos que las mismas importaron y que posteriormente instauraron del otro lado del Atlántico. Ejemplo de ello, las teorías puestas en marcha con la finalidad de desligitimar las instituciones religiosas y monárquicas, haciendo uso de las ideas introducidas por los filósofos contractualistas del siglo XVI, así como también las reformas introducidas en el siglo XIX con la promoción de las leyes sobre el Estado laico. En ciertas oportunidades, algunos de estos mecanismos fueron introducidos con cierta anterioridad en los países de América latina. En Venezuela, por ejemplo, ciertos decretos de Guzmán Blanco promulgaron la división entre la Iglesia y el Estado mucho antes que en Francia; así, el decreto sobre la instrucción pública, gratuita y obligatoria fue promulgado en 1874 y cierta ley, por allá por el año de 1876, autorizaba el matrimonio civil contraído por un sacerdote. Estas reformas, evidentemente, nunca tuvieron un alcance nacional. Por otro lado, a diferencia de Europa, dichas reformas tampoco se vieron nunca confrontadas a la dificultad derivada de hacerle frente a una oposición masiva, lo cual se explica dada la ausencia, durante el siglo XIX en los países latino-americanos, de una burguesía comercial e industrial lo suficientemente fuerte para hacerle contrapeso al Estado. La división social respondía, para esta época y en estos países, a una diferenciación bastante sencilla entre élites económicas que poseían la tierra y el poder político, frente al populacho. La mayor parte de estos decretos tenían pues, por finalidad real, la de satisfacer los intereses de una élite dominante, que vivía en la capital o sus alrededores, o en la cercanías de los principales puertos, dado que el medio de comunicación por excelencia durante este siglo y durante principios del siglo XX eran las vías marítimas y fluviales.

Una revolución inscrita dentro de la continuidad:
Como es bien sabido de los historiadores, el concepto de revolución en Venezuela no es nada nuevo. Nuestro país ha conocido varias y variadas rupturas políticas importantes : 1864-1870, con la guerra federal; 1899-1900, con la revolución liberal restauradora o revolución de los andinos; y, quizás la más larga e interrumpida, la que cubre el período que va de 1928 hasta 1958, que yo llamaré "revolución democrática".
Esta última resulta extremadamente importante puesto que la misma logró llevar a cabo una modificación de envergadura dentro del sistema político venezolano, siendo esta modificación además una especificidad venezolana en la región. Esta reforma no es otra que la separación definitiva entre el poder militar y el poder político  Ciertamente la revolución del 23 de enero de 1958 y la constitución de 1961, impusieron el principio de la no intervención de las fuerzas armadas venezolanas en el proceso de la toma de decisiones políticas y en lo relativo a la gestión del Estado. 
Otro aspecto, a veces obviado o disimulado por el sentimiento de culpa provocado por la crisis del sistema bipartidista venezolano que condujo a hacer hincapié en el divorcio operado, durante la década de los ochenta, entre la clase política y los sectores populares de la sociedad, fueron los conductores de esta revolución democrática los primeros en integrar a los habitantes de los barrios en el espacio público, disponiéndolos a la politización al ofrecerles los elementos necesarios para organizarse políticamente. En este sentido, aconsejo la lectura del articulo de Serge Ollivier, "La démocratie au barrio : intégration politique et politisation dans les quartiers populaires de Caracas, 1958-1979" [en linea], Le Bulletin de l'Institut Pierre Renouvin, 15 juin 2011, consultado del 25 de mayo de 2013. URL: http://ipr.univ-paris1.fr/spip.php?article523. Este artículo explica muy claramente no sólo la génesis de las organizaciones políticas de los barrios venezolanos sino que, además  expone ciertos elementos representativos de la cultura de los barrios, fundamentales para la comprensión de los desafíos políticos de nuestros días. Tan solo me permitiría acotar a la argumentación allí expuesta una cuestión relativa a la confusión generada a raíz de la adopción de la denominación 5ta República  para definir el régimen político introducido con la revolución de Hugo Chavez en 1999 y las consecuencias que de esta confusión se derivan. En efecto, la utilización por descarte de la denominación "4ta República" conlleva ciertas imprecisiones. La cuestión que determinó la utilización de una u otra, se funda en la oposición del nuevo régimen al régimen político anterior, basado en la democracia representativa, dado que el régimen actual pretendía instaurar una democracia participativa. A los fines de profundizar mi argumentación, me permitiré retomar las explicaciones tan pertinentemente dadas por el abogado y doctor en ciencia política Ramón Guillermo Aveledo en su libro La 4ta República la virtud y el pecado. Una interpretación de los aciertos y los errores de los años en que los civiles estuvieron en el poder en Venezuela (Caracas, Libros Marcados, 2007):


"Por comodidad de conciencia o instinto de supervivencia, alguna inteligencia de nuestra peculiar aurora revolucionaria finisecular tuvo la ocurrencia de asemejar el cambio político en curso con la V República francesa. Podía así justificarse que las medidas extremas y constitucionalmente forzadas servirían para salvar la Patria y sus libertades...
Además, cuan conveniente, la metáfora francesa permitía llamar MVR al partido que no podía denominarse MBR por expresas limitaciones legales, pues Bolívar, lo mismo que los símbolos patrios eran patrimonio común...
La IV República debía serlo para que esta fuera V, y pudo serlo porque se establecieron cuatro periodos así. La I República va del 5 de julio de 1811 hasta su arrase por Domingo Monteverde. Su establecimiento muestra los logros de la política y su caída las limitaciones en aquel país que comenzábamos a ser a duras penas. Se  dictó una constitución tan hermosa como irreal, contra la cual Bolívar no ahorraría después adjetivos y, a la hora de la verdad, cuando ya todo estaba perdido, se confió a Miranda la imposible tarea de salvarla. Se pusieron en sus manos todos los poderes que no existían y la república se deshizo.
La II República es una denominación historiográfica, pues no fue un modo político de referirse contemporáneamente al período que cubre . Va de la "Campaña Admirable" emprendida por el Libertador desde la Nueva Granada y con auxilio del Congreso de ésta, hasta que fue despedazada por las "lanzas coloradas" de José Tomàs Boves. También se conoce ese tiempo como el de "La Guerra a Muerte", por el decreto bolivariano y la ferocidad de su sangrienta realidad [lo cual además dió pie a la tesis del Cesarismo Democrático de Vallenilla Lanz, quien explica que esta fue, a fin de cuentas, una guerra librada entre venezolanos que batallaron en el nombre de una u otra causa: la realista o la independentista].
La III República sería Colombia. Antecedida por Angostura y su proyecto... pero ya claramente concretad[a] en la Carta de 1821...
La IV República sería entonces la de la ruptura con el proyecto bolivariano, otra coincidencia-conveniencia, y cubre la ruta de ciento sesenta y ocho años, desde el primer gobierno de José Antonio Páez hasta el segundo de Rafael Caldera...
Qué marca el fin de una república y el comienzo de otra? Si fuera una nueva Constitución  los venezolanos llevaríamos ventiseis y no cinco.  Si fuera la celebración de una  Asamblea Constituyente, llevaríamos siete - con una cuenta conservadora -  y hasta trece, si es más comprensiva.  Asambleas, congresos o convenciones constituyentes hubo en Venezuela, antes de 1999: en 1858, 1864, 1893, 1901, 1904, 1947 y 1953. Pero habría que sumar el único Congreso  indiscutiblemente constituyente, el que constituyó la República en 1811, y por qué no? El que la reconstituyó en 1819 en Angostura. Materialmente, por lo menos la misma jerarquía debería atribuirse al que en 1821 constituyó la Gran Colombia y al que en 1830 reconstituyó a Venezuela.   Pero ocurre que los congresos que en 1857 y 1914 produjeron nuevas constituciones, invocaron directamente al pueblo al sancionarlas, así que asumieron el carácter constituyente. Trece en total .
Se libró una Guerra Federal de cinco años terribles, ganaron los rebeldes y la Constitución de 1864 proclama la existencia de una nueva república federal denominada Estados Unidos de Venezuela, pero eso no fue el fin de un república y el comienzo de otra. Tampoco el fin de la dictadura y el comienzo de la democracia en 1958, como no lo había sido la Revolución de octubre de 1945. Como se ve, la determinación de si una república termina y otra comienza, en el mismo territorio y con los mismos habitantes, es, además de artificial, arbitraria...

A lo largo de nuestra historia política es posible, pues, constatar que los hijos de Venezuela, rebeldes por naturaleza, se alistaron siempre en las filas del pretendiente capaz de pronunciar las palabras más dulces al oído de la patria madre y de prometerles, a ellos, el futuro más brillante!  

En cuanto a la participación popular se refiere, muchos venezolanos conservan fresco en su memoria, el recuerdo del personaje de Malula, interpretado por Marta Olivo y representado todos los lunes en horario estelar, a través del programa de televisión Radio Rochelahttp://www.youtube.com/watch?v=_jQpzOBKwk4. Esta emisión difundida a través del canal RCTV, contenía toda una serie de sketchs que abordaban temas políticos y culturales de Venezuela. Fuertemente criticada por la revolución bolivariana   debido a la transmisión de imágenes fuertemente criticables desde el punto de vista moral, tuvo que parar sus transmisiones al mismo tiempo que el Presidente Chavez decretaba la supresión de la renovación de la concepción que le permitía al canal RCTV salir al aire.
En una sociedad matriarcal cual es la venezolana y en un país cuya reputación se presta de ser aquél que posee las mujeres más hermosas del mundo, estando además cada vez con mayor fuerza inclinado a la cultura del consumo, el hecho de que estos sketchs formaran parte de un programa cuyo objetivo principal consistía en hacer una parodia de la realidad social, política y cultural del país no era quizás una cuestión tan insignificante como se le quiso hacer ver a la opinión pública. Probablemente, lo que mayor peso ejerció en la toma de esta decisión fueron las críticas de las cuales, desde su creación  fueron objeto las élites políticas  y, especialmente, los jefes de Estado. Este quizás fue el verdadero detonante del decreto promulgado por el presidente Hugo Chavez. El sketch que vemos en el siguiente link es una parodia  de las parodias que Radio Rochela hizo del Comandante Chavez: http://www.youtube.com/watch?v=kEcMt8dvsxk. El personaje femenino de este sketch, interpretado por Nora Suarez, no es otro que la parodia de la dirigente política de los barrios Lina Ron, militante de la revolución bolivariana y siempre fiel al Comandante Chavez. Es Lina Ron quien se encuentra a la iniciativa de la organización de las milicias urbanas. Lina Ron encarnaba, indiscutiblemente, las aspiraciones políticas que en otra época eran representadas a través del personaje de Malula, sòlo que esta vez en su versión "roja" y "bolivariana". Más importante aún, el mismo Chavez diò testimonio de cuán anclada se encontraba esta misión en la cultura popular de los venezolanos al declarar, en uno de sus discursos, que "Malula era socialista".

Otra característica de la sociedad matriarcal que es la venezolana, en la cual, en la mayoría de las familias la figura paterna se encuentra ausente pudiera ayudar a explicar la ansiedad que los Venezolanos demuestran en encontrar una directiva de tipo masculino. De allí a que quizás la mayoría necesite de ver ejerciendo la presidencia de la república a un hombre político que representará al buen padre de familia, capaz de administrar a la perfección el Estado, la política  las cuestiones relativas a la educación y a la cultura, las cuestiones de seguridad nacional...  Y qué mejor figura para encarnar este papel que la del caudillo. Otro de los síntomas de esta patología vendría dado por el culto a la personalidad que se teje alrededor de la figura de ese caudillo. Ya Carrera Damas lo explicaba magistralmente en su tesis de 1969, El culto a Bolívar. Más o menos los mismos fenómenos y el mismo estado de ánimo colectivo pueden apreciarse a través de la lectura de los documentos históricos que describen las ceremonias públicas llevadas a cabo durante la autocracia de Guzmán Blanco, a finales del siglo XIX; de igual manera, aquellos que describen los mismos acontecimientos de apariciones públicas del dictador Juan Vicente Gómez (1908-1935) y, finalmente, los numerosos testimonios de nostalgia perezjimenista que aún hoy por hoy llegan a nuestros oídos [Marcos Pérez Jiménez, dictador de Venezuela de 1950 a 1958].

No obstante, Hugo Chavez llegaba con una promesa novedosa, en la que los venezolanos creyeron con toda su fuerza: él venía a enderezar el país  En las muchas entrevistas realizadas por los medios de comunicación nacionales e internacionales, preocupados por dar a conocer la línea política del hombre político que se escondía detrás del héroe del golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 y en las cuales Chavez participo en calidad de candidato a las elecciones presidenciales. En dichas oportunidades, Chavez respondió invariablemente a preguntas que más o menos presentaban las mismas inquietudes: Cuba era una dictadura a la cual Venezuela jamás se parecería; si bien él creía firmemente en las ideas de Marx no se definía, en ningún momento a sí mismo como socialista; él respetaría la propiedad privada e incentivaría las inversiones extranjeras en Venezuela; y, por último, que entregaría el poder al cabo de cinco años (Ver http://www.youtube.com/watch?v=0n5I6gilHvE et http://www.youtube.com/watch?v=mE84o4Yxh70).
Frente a estos argumentos y frente a aquellos utilizados por Noam Chomsky, quien explica que, en un modelo de democracia ideal el presidente elegido debería ser aquél en el que la sociedad organizada confíe la responsabilidad de desarrollar y de poner en marcha proyectos por ella concebidos, mal podemos al mismo tiempo justificar el modus operandi adoptado por Chavez, una vez elegido a la cabeza del Estado venezolano en 1998.
Ciertamente, muchos intelectuales fueron seducidos por el proyecto "bolivariano" - aunque se tratara en realidad de proyecto de Chavez - dado que consideraron al mismo como la solución a las dictaduras de las élites establecidas en los países occidentales. De manera pues que fueron cónsonos con la ejecución de la mayor aberración política y jurídica por él obrada, cual fue la reintegración de los militares al espacio político venezolano y a las instituciones del Estado. Por otra parte, alentaron de forma irresponsable la permanencia en el poder de un hombre político que accionaba con marcados matices de autoritarismo. Ciegos por los aspectos humanistas y anti-imperialistas contenidos en su discurso político, se preocuparon únicamente de analizar la figura del jefe de Estado y del líder político, así como aquellos relativos al peso de sus acciones dentro del espectro internacional. Sin embargo omitieron de tomar en cuenta el sufrimiento cotidiano del ciudadano venezolano medio, sufrimiento este del cual raramente él mismo - el ciudadano - había tomado conciencia. Un indicador de este sufrimiento es la innegable obligación del ciudadano medio de sentirse eternamente agradecido hacia el Comandante, pues a él se le debe el que los sistemas de educación y de salud públicos hayan sido reforzados, muy a pesar de que ambos dispositivos encabezaban el programa presentado por Hugo Chavez, el candidato presidencial. De manera pues que, más que un favor, se trataba del cumplimiento de una promesa electoral y que, por otra parte, correspondía a una obligación inexcusable del Estado Venezolano, financiada además con el dinero público de los impuestos pagados por el pueblo venezolano. A esta conclusión llegué movida par las reflexiones de Yoani Sanchez en diferentes programas en los cuales fue entrevistada y a raíz de mi propia experiencia francesa.

Tal y como lo muestra el artículo de Serge Ollivier, por una parte y, por la otra, la historia política de Venezuela, al igual que el descontento creciente desencadenado por una revolución fracasada, los mecanismos de organización política y social no estaban totalmente ausentes en los sectores populares del país  La mayoría de la población venezolana no responde a una definición de ciudadanos necesitados de asistencia. Al contrario, se observa la presencia de grupos organizados que buscan su independencia y que sienten la necesidad de ser productivos. El venezolano medio (y no sólo el venezolano medio) se caracteriza por su creatividad, por su necesidad de progresar y de superarse. El nuevo caudillo se habría pues, aprovechado de su alta popularidad y de su carisma para establecer, progresivamente, una autocracia que hoy por hoy posee todas las características de un régimen totalitario. Chavez supo como hacerlo. Seductor innato a través del uso de la palabra, él habría sabido cómo cortejar y enamorar a esta querida República petrolera de Venezuela.

De por qué Hugo Chavez no pudo concluir la instauración de un régimen a la cubana:

La lectura del artículo de Barry Carr, "Identity, Class, and Nation : Black immigrant Workers, Cuban communism, and the Sugar Insurgency, 1925-1934" ([En linea], Hispanic American Historical Review, vol. 78, N° 1, Duke University Press Stable, Feb. 1998, pp. 83-116. URL : http://www.jstor.org/stable/2517379 [consultado el 4 enero de 2013]), me permitió ubicar un cierto número de ángulos de inflexión entre la revolución cubana y la revolución bolivariana. En primer lugar, el contexto histórico y social: el momento histórico que condujo a la germinación de las ideas revolucionarias en Cuba viene dado por el big crash de 1929 y se encuentra condicionado por la promoción de un discurso anti-imperialista. La revolución cubana se apoyó además en la existencia de un modo de producción económica agrícola y sobre una mayoría de mano de obra integrada por inmigrantes haitianos y jamaiquinos. Por otro lado, existían diferencias marcadas entre estos dos últimos grupos, dado que el segundo estaba conformado mayormente, por hombres letrados.

Por el contrario, la revolución bolivariana pareciera obedecer a un modelo importando directamente desde la isla, con las correspondientes modificaciones necesarias para calar en el ámbito nacional, asumiendo por ejemplo el carácter de "bolivariana". La adopción de conceptos antes desconocidos en Venezuela y que se encuentran además en fuerte desajuste con la realidad social de nuestro país ofrecen prueba de ello. Así, el concepto de la "lucha obrera". En efecto, basta con interesarse por la historia petrolera del país para entender que la "lucha obrera" en Venezuela precede largamente a la revolución bolivariana. De hecho, la sociedad venezolana se ha representado siempre al obrero de las compañías petroleras y al obrero universitario y estatal como aquel que goza de una mayor número de beneficios sociales (Aquí reenvío al extracto del documental "Reventón I et II" de los archivos audiovisuales de Venezuela, para una comprensión rápida de la historia, que he subtitulado en francés bajo el tìtulo "Le Venezuela pour les nuls - VOSTFR", URL: http://www.youtube.com/watch?v=7RhzvGDZMcU). 

Este primer elemento ayudaría a explicar cómo una oposición equivocada y abusivamente calificada de "derecha" y, peor aún, en otras oportunidades de extrema derecha, ha estado presente desde los inicios del cambio de dirección política de Hugo Chavez, reuniendo progresivamente a un número cada vez mayor de facciones políticas y de la sociedad civil, descontentas y desencantadas de los resultados de la última revolución venezolana del siglo XX. 

En otro orden de ideas, la aparición de la industria petrolera en Venezuela, conmocionó completamente el panorama económico, político, cultural y social del país. Al mismo tiempo que esta surgiera, el país asistió a la conformación de una clase media productiva, y vio desarrollarse y diversificarse un conjunto de actividades económicas y comerciales de iniciativa privada.
Partiendo de esta evidencia, me permitiré de cuestionar las cifras de pobreza avanzadas durante los años 1980, especialmente en lo relativo a las cuestiones siguientes: cuáles fueron los criterios adoptados para medir la pobreza al momento de la encuesta? Estuvieron fundados en el acceso a la educación, a la medicina y a los bienes de consumo (alimentos y actividades de esparcimiento)? Tuvieron en cuenta la totalidad de los individuos que habitaban el territorio nacional y las diferentes ciudades?, o se concentraron únicamente, como en la mayoría de los estudios manejados en el contexto internacional, a la ciudad de Caracas y a su población. En todo caso, me encantarla ver confrontados estos diferentes criterios y los resultados publicados para aquella época con las condiciones de vida actual de los venezolanos.
Dicho de otro modo, la "cotidianidad invisible" no puede ser aprehendida a través de simples encuestas.
Mi investigación de Master me permitió justamente de entender que esa "cotidianidad invisible" se hallaba presente, de forma clara y evidente, en Venezuela (Para profundizar sobre este respecto ver Paul Leuilliot, cit. par Florence Descamps, L’historien, l’archiviste et le magnétophone. De la constitution de la source orale à son exploitation,  Comité pour l’histoire économique et financière de la France, Paris, Ministère de l’économie, des Finances et de l’Industrie, 2005, p. 164).
Mi artìculo titulado "Implicaciones políticas del desempleo y del empleo precario sobre la salud en Venezuela" [en linea], publicado en la revista Medula, vol. 19, N° 1, enero-diciembre 2010, URL: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/31458/3/artic5.pdf, presenta los resultados y las conclusiones a las cuales me condujo la distribución de un cuestionario cerrado sobre una muestra de individuos, habitantes de la ciudad de Mérida en el año 2007. Las observaciones más significativas se encontraban relacionadas con el hecho de que los venezolanos veían reducirse cada vez más sus actividades de esparcimiento y que el estatus de desempleado no respondía a la definición tradicionalmente manejada por la OIT, puesto que la mayor parte de los venezolanos continuaban desarrollando una actividad productiva situada al margen de la economía formal, la cual les permitía obtener los recursos necesarios para asegurar su subsistencia. Por tal motivo, los venezolanos estaban menos expuestos a sufrir de enfermedades depresivas, dado que la ausencia de una pensión de paro los condicionaba a "resolver" su día a día a través del ejercicio de una actividad comercial informal - quizás ello pueda probablemente explicar cómo es que el libro guinness nos consideró, en el 2007, como el pueblo más feliz del mundo. Dicho de otro modo, el venezolano común no tiene tiempo de preocuparse de cuestiones existenciales-.
Con respecto al mundo del trabajo, se pudo observar que este fue objeto, desde finales de los años setenta, de múltiple metamorfosis. El sociología francés Robert Castel define esta nueva situación de la cuestión social a través del concepto de "desafección", lo cual significa "ausencia de inscripción del sujeto en las estructuras que conllevan un sentido" (Les métamorphoses de la question sociale. Une chronique du salariat, Fayard, Paris, 1995). Mi encuesta relativa al empleo precario y al desempleo en Venezuela, me permitió llegar a la conclusión de que la calidad de vida del venezolano medio no experimentó ningún tipo de mejoría con las reformas introducidas con la revolución. Por otra parte, la mayoría de las personas declaraban sufrir de un gran estrés o sufrir de perturbaciones en el sueño, como consecuencia de la agravación del fenómeno inflacionario y de la reducción del poder adquisitivo. Más sorprendente aún  la mayoría de los venezolanos declararon que su actividad de esparcimiento preferida consistía en ir de compras al supermercado. Esta cuestión tiene seguramente hoy por hoy otro matiz dado que la mayoría de los venezolanos se libran, al igual que sus primeros ancestros - los indios - a la caza, pesca y recolección de frutos y a una carrera desmedida para aprovisionarse de bienes de primera necesidad en las urbes.

El año 1999 fue, para Venezuela, un año de cambios políticos y jurídicos importantes. En especial, a través de la promulgación de una Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social Integral (LOSSSI), dictada con motivo de la elevación al rango constitucional del derecho a la seguridad social, cuya norma precisaba además las características que debía revestir dicho sistema. El presidente electo Hugo Chavez, denunciaba el carácter neo-liberal de la reforma introducida por el gobierno anterior de Rafael Caldera, en materia de seguridad social. Las grandes líneas del primer proyecto de ley presentado ante la Asamblea nacional fueron aprobados. Sin embargo, durante el 2000 y 2002 tuvieron lugar más de treinta versiones legislativas hasta que, finalmente, el 6 de diciembre de 2002, los parlamentarios sancionan la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social Integral y, el 30 de diciembre de 2002 se procede a su publicación en Gaceta Oficial. En este mes de diciembre 2002, el panorama político se proyectaba en un ambiente de conflicto y de polarización  La huelga primaria general e indefinida del sector productivo del país había sido iniciada bajo la impulsión de la más importante industria venezolana: PDVSA. Estos acontecimientos constituyeron una razón suficiente para que los diputados a la Asamblea Nacional, representantes de la facción política opositora, se ausentaran del recinto parlamentario durante la discusión del proyecto de ley. Sin embargo, su ausencia no impidió que los legisladores favorables al oficialismo sancionaran la ley en cuestión. Gracias a esta ley, el régimen de seguridad social venezolano recuperaba su carácter universal, solidario y se estipulaba además la obligación para una cierta categoría de personas (de aquellas pertenecientes a las clases sociales más holgadas), de contribuir al financiamiento del sistema. El aporte más importante se relacionaba con el Régimen de prestaciones en materia de pensiones y de jubilación. Los artículos 65 y 66 de la Ley, en particular, aseguraban el financiamiento solidario de esta prestación monetaria a través de cotizaciones de carácter obligatorio. Se previó que dicha prestación beneficiase a todas las personas que gozaban o no del estatus de asalariado. La ley prescribía que dicha pensión sería fijada por el Estado, el cual aportaría además su eventual ayuda a los no-asalariados cuando el caso así lo mereciera. El artículo 68 prevé que el monto de las cotizaciones se establece por medio de una ley especial, y tomará en cuenta los estudios financieros y económicos pertinentes. Lo más importante, se estipula que dichas pensiones conserven un valor real constante. Según el artículo 70, ningún ciudadano podrá beneficiar de más de una prestación  salvo en los casos determinados expresamente por la ley. Finalmente, la LOSSSI fijó un plazo de 5 años para la puesta en marcha de un nuevo sistema de seguridad social, aun cuando, al término del mismo, las instituciones que la misma ley preveía para tales fines no habían aún sido materializadas físicamente.
La oportunidad de realizar una segunda encuesta oral a través de un cuestionario abierto me fue dada a finales del año 2006 cuando, ejerciendo mi profesión de abogado, tuve que encargarme de registrar diferentes carpetas en el IVSS de empleados jubilados de la empresa Topaca. En Venezuela es cosa corriente que para todo trámite administrativo (y bancario), inclusive una simple inscripción en una escuela o en la Universidad, la gente se vea obligada de realizar colas interminables que se extienden a todo lo largo del día. Por lo general, la gente comienza a llegar a lugar alrededor de las cuatro de la mañana, a los fines de asegurarse el poder ser asistidos por un funcionario. A la diferencia de los comportamientos que pueden producirse en Francia, en donde la regla general invita a los presentes a sumergirse en cualquier tipo de lectura y, en el mejor de los casos a intercambiar unas cortas palabras, la idiosincrasia del venezolano hace que en estos espacios se cree una especie de camaradería de manera espontánea, que los conduce a intimar en cierta forma rindiendo así la espera menos larga. 
Fue justamente esta experiencia la que hizo que me percatase de la importancia de las fuentes orales para todo tipo de investigación en ciencias sociales. Discutiendo con la gente que estaba haciendo la cola, me di cuenta de que muchos de ellos se habían procurado una constancia de dudosa procedencia de un amigo "empleador X" que éste les había facilitado a fin de poder justificar su estatus de asalariado y cumplir así con una formalidad administrativa para completar su inscripción en el Régimen de pensiones y de jubilaciones, aunque la relación laboral hubiese sido ficticia. La mayoría de los casos en que se presentaba este fenómeno procedían de trabajadores que había trabajado en el sector informal de la economía  o de personas despedidas que habían terminado su relación laboral en malos términos con su patrón. Algunos otros percibían ya una módica  pensión de jubilación por otros medios y pretendían al mismo tiempo a la pensión prometida por la LOSSSI. En fin, la reforma del sistema de seguridad social introducida con la ley del 2002, prometía aportar una solución a un problema presente en la sociedad, que afectaba a un gran número de personas que, por una u otra razón  habían quedado excluidas del sistema de seguridad social en el pasado, sin tomar en cuenta las prácticas sociales instauradas en en el país  Lo que pude retener de esta experiencia, es que la misma traducía en buena parte los elementos de tipo político y económico que caracterizan la evolución histórica de esta institución : ruptura, conflicto de clases y una enorme dificultad para adaptar los mecanismos adoptados a través de las diferentes reformas de la legislación laboral, a fin de asegurar al mismo tiempo un número mayor de empleos y las garantías de los beneficios laborales, especialmente los referentes a la previsión social: prestaciones sociales, seguro médico, de maternidad y hospitalización y pensión de jubilación. Por último, es necesario anotar que otra de las medidas tomadas por el gobierno bolivariano y revolucionario consistió en asimilar de manera improvisada las ocupaciones del sector de la economía informal a la categoría de empleos del sector formal, lo cual, como es de suponerse, se tradujo en pérdidas inmediatas para los empleadores de este último y, nuevamente, en la legitimación de dos universos paralelos: uno con obligaciones de peso para con el Estado venezolano, como las derivadas del pago de impuestos y de la realización de trámites administrativos engorrosos y complicados, para la obtención de divisas por ejemplo. Frente a este primer universo, otro, mucho más fresco, situado al margen del primero y desarrollando actividades que terminaban por traducirse en pérdidas económicas para el conjunto de los venezolanos, tales como la venta de productos de importación de proveedores en flagrante conexión con altos funcionarios del Estado, creando además una en situación que en derecho mercantil recibe el nombre de competencia desleal.

El acceso a la tecnología constituye otro elemento que diferencia a los dos procesos revolucionarios - cubano y venezolano -. Sin embargo, en los últimos cuatro años ha venido observándose que la censura arrecia y comienza a confirmar cada vez más su presencia en tierra venezolana. Más allá del cierre del canal RCTV y de las imposiciones legales derivadas de la aplicación de la "Ley mordaza", la cual fue sancionada en noviembre del 2004; las amenazas que cada vez se hacen más inminentes de suprimir el acceso a los canales "cableados" o a ciertas páginas de Internet; o lo que simplemente, hoy por hoy ocurre: conexiones lentas y deficientes que exasperan a cualquier usuario del servicio, racionamiento eléctrico y cortes intempestivos del servicio de energía (aun cuando Venezuela posee los medios y los recursos para prestar un servicio eléctrico de calidad de energía hidráulica renovable). 

Sin embargo, observamos muchos elementos comunes entre estas dos revoluciones (haciendo a un lado las múltiples denuncias de la injerencia cubana sobre Venezuela) : 1) la introducción de los mismos mecanismos de control social y estatal (milicias, comunas, el servicio comunitario obligatorio, el sistema de control de divisas); y otros menos visibles tales como la censura, la intimidación, el miedo, la represión de cualquier tipo de iniciativa espontánea e individual, una supresión casi total de las actividades de esparcimiento y la progresiva inervación de la intimidad y de la vida privada por cuestiones pertenecientes a la vida pública (no hay hogar ni conversación alguna en Venezuela en la que no surja el tema político a diario, rupturas familiares y enemistades derivadas de diferencias ideológicas constituyen también un ejemplo de esta progresiva invasión); 2) la anulación de la alternabilidad política; 3) la censura ideológica; 4) la censura sobre los medios de comunicación  5) el condicionamiento de la participación política y de la supervivencia a una fidelidad absoluta para con el oficialismo; el hecho de que todo el aparato de Estado condene progresivamente hasta anular a través de la descalificación, cualquier tipo de disidencia política, sometiendo a quienes se hallen a la iniciativa de esta a una muerte civil (un primer ejemplo de este último procedimiento vino dado con la lista Tascón). 

Inhibición, negación, exasperación y paranoia colectiva:

Los recientes sucesos acontecidos en Venezuela podrían explicarse a partir de simples experiencias familiares. Aquellos que siempre tuvieron un ojo crítico y severo frente al régimen instaurado por el último caudillo del siglo XX venezolano, se frotan las manos, como lo harían los suegros de la hija que desposa al que todos consideraban como el peor de sus pretendientes.

Un tanto más complicada es la experiencia de aquellos que creyeron y que depositaron sus esperanzas en una promesa que nuca fue sincera. Esta experiencia se convierte en algo tanto más traumático cuanto aquél que la hiciera se convierte en una figura ausente. El cuadro se complica en el momento en el que este último  antes de desaparecer físicamente, nombra a un heredero natural  que se permite de tomar el timón del barco haciendo poco caso de las necesidades de quienes están a bordo, evocando sin cesar la imagen de su predecesor y llamando a sus fieles seguidores a honrar la memoria del caudillo desaparecido, a que "aguanten" (hasta que el barco siga a flote ?). Quienes se hallan en esta situación son capaces de de sobrellevar cualquier tipo de imposición (material o moral) siempre y cuando no se ponga en cuestionamiento su fidelidad, su lealtad; a pesar de los años transcurridos y de la precariedad de los resultados obtenidos; frente a la promesa incumplida de que se abriría para la ciudadanía un espacio creciente dentro de la esfera pública, la realidad es que las iniciativas individuales se han visto cada vez más reducidas por no encuadrar dentro de los mecanismos de control definidos por "la revolución bolivariana". Es la negación del fracaso.

Pero más peligrosos son los síntomas de inhibición que algunos tienden a considerar como conformismo. Es algo más complicado que eso. Como Yoani Sánchez lo explica, esto correspondería más bien a la puesta en marcha de un mecanismo de defensa o del simple instinto de supervivencia.

La inhibición y la negación presentes y visibles también durante las crisis familiares, corresponderían también, por otro lado, a los mismos fenómenos psicológicos que se manifiestan durante el divorcio. Dentro de un hogar en crisis, hay frecuentemente aquellos que toman el partido de no hablar mucho del problema, a fin de no verse obligados a ahondar en sus causas y por miedo a que la ruptura se vuelva inminente. La angustia que provoca en todo ser humano la aceptación de un fracaso se ve multiplicada a la n potencia cuando dicho fracaso tiene lugar a escala nacional y cuando son las élites políticas, situadas a la cabeza del Estado, las encargadas de asumir la responsabilidad del mismo. Como consecuencia de esto surge la desesperación social y la paranoia colectiva dentro de una sociedad que se halla además y a diferencia de la sociedad cubana, fuertemente polarizada - puesto que a esta última se logró someterle y los disidentes son pocos, razón por la cual sus acciones, hasta no hace mucho, pasaban en su mayoría desapercibidas -. 

Conclusión: 

Resulta difícil cerrar el capítulo de una historia que aún no termina y se encuentra en plena efervescencia. Sólo el avenir decidirá y dará razón o no a las críticas que se elevaron en contra de la revolución de Hugo Chavez.
Con frecuencia se condena a los pueblos por tener poca memoria. Los sucesos acontecidos en Venezuela, desde 1999 son la prueba viva. Pero el verdadero problema no es quizás tanto este como la responsabilidad que compete necesariamente a los periodista e investigadores por la difusión y promoción de una idea sesgada que tuvo un peso significativo dentro de la opinión pública.

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